domingo, 15 de diciembre de 2013

SIGLO XIX


Las características fundamentales del siglo XIX (1801–1900) son sus fuertes cambios. La ciencia y la economía se retroalimentarían, el término "científico", acuñado en 1833 por William Whewell,1 2 sería parte fundamental del lenguaje de la época; la economía sufriría dos fuertes revoluciones industriales, la primera acaecida entre 1750 y 1840, y la segunda entre 1880 y 1914. En política, las nuevas ideas del anterior siglo sentarían las bases para las revoluciones burguesas, revoluciones que se explayarían por el mundo mediante el imperialismo y buscaría alianza con el movimiento obrero al que, para evitar su triunfo, le cederían el sufragio universal; en filosofía, surgirían los principios de la mayor parte de las corrientes de pensamiento contemporáneas, corrientes como el idealismo absoluto, el materialismo dialéctico, el nihilismo y el nacionalismo; el arte demoraría en iniciar el proceso de vanguardización pero quedaría cimentado en movimientos como el impresionismo.

Town Hall
Arquitectura
El historicismo marca a la nueva arquitectura, que se deja influir por la añoranza al pasado, que encuentra su originalidad en el estudio del pasado origen. Concentraba todos sus esfuerzos en recuperar la arquitectura de tiempos pasados. Al neoclasicismo del pasado siglo le continuo el neogótico, asociada a los ideales románticos nacionalistas. La arquitectura ecléctica, en hace evolucionar a la historicista, combinando variedad de estilos arquitectónicos en una nueva estructura.

Obra de Paolo Michetti



Pintura
La Pintura del Siglo XIX no estuvo exonerada del quiebre histórico con su historia. Tampoco lo estuvo de la multitud de corrientes de filosofía del arte. También se dejó influenciar por el fenómeno político francés, la ruptura con el tradicional artista que muestra lo que la monarquía y su aristocracia pretende. El mundo no está en orden, y eso pretende mostrar el nuevo arte, al mismo tiempo que propone un nuevo orden: El [[Pintura romántica Romanticismo. Allí donde el neoclasicismo propone una belleza ideal, el racionalismo, la virtud, la línea, el culto a la Antigüedad clásica y al Mediterráneo, el romanticismo se opone y promueve el corazón, la pasión, lo irracional, lo imaginario, el desorden, la exaltación, el color, la pincelada y el culto a la Edad Media y a las mitologías de la Europa del Norte.
Camille Claudel


escultura
Los escultores neoclasicistas buscarán en Grecia sus fuentes de inspiración, sintiéndose atraídos más por la belleza de las formas que por la expresión espiritual. El gran maestro de este movimiento será Antonio Canova, quien dará la pauta del Neoclasicismo, interesándose por la mitología griega que llevará hasta el retrato, como observamos en su obra maestra, Paolina Borghese como Venus Victrix. El arte frío de Canova tendrá en el danés Berthel Thorvaldsen su alma gemela. Se interesará por la simetría y la proporción pero sus trabajos carecen de expresividad y personalidad. El inglés John Flaxman rivaliza con los dos anteriores, como observamos en su Mausoleo de Nelson.



enlace: http://www.claseshistoria.com/guillermo/ejercicios-estilos/sigloxix.html

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Arte Egipcio Cánon de proporciones de la figura humana

 En la memorable Expedición a Egipto, patrocinada en los años 30 del siglo XIX por el Rey de Prusia para registrar y publicar todos los monumentos egipcios conocidos entonces, su director K. R. Lepsius, observó que las figuras de una tumba de Sakkara estaban cubiertas por una cuadrícula. Hoy se conocen más de cien ejemplos similares desde la época de Zoser.

       Se ha pensado que algunos relieves egipcios han sido cubiertos de una cuadrícula para hacer de ellos una copia exacta en época posterior. Se afirma incluso que la retícula de algunos relieves de Zoser está hecha por copistas de Epoca Saítica. Ahora bien: una cuadrícula puede también estar hecha por el pintor o por el escultor que hace un relieve para ajustar las figuras a un canon de proporciones. Esta última fue la interpretación de Lepsius. Él observó que la línea central de las figuras de Sakkara estaba realzada como eje vertical y cortada por seis horizontales. Los pies tenían en sus extremos dos puntos rojos.

    Los estudios de Lepsius han sido ampliados y puestos al día por Inversen quien ha demostrado que la base del canon egipcio se encuentra en la figura humana de pie y que las proporciones de ésta se hallan en las medidas de la mano y del brazo, es decir, de los miembros corporales que producen y crean las cosas. Inversen ha probado que cada lado de un cuadrado de la cuadrícula egipcia es siempre igual a un puño, o sea, a la anchura de la mano, medida sobre los nudillos, incluyendo el pulgar. El puño viene a ser, por tanto, el módulo de todas las proporciones.

El antebrazo con la mano extendida que aparece con tanta preeminencia en la estatua sedente de Zoser fue la base de otra capital medida egipcia: el cúbito pequeño, igual a la distancia que media desde el arranque del antebrazo por dentro (no desde el codo, sino desde el hoyo del lado contrario) al filo de la uña del pulgar. El cúbito pequeño fue la base del Canon antiguo, que establecía la altura del hombre desde la planta del pie hasta la mitad de la frente, en cuatro cúbitos pequeños, equivalentes a 18 puños (o cuadrados de la cuadrícula) o a 6 pies (el pie = 3 puños o cuadrados).
      Las divisiones del cúbito pequeño se conocen exactamente por varas de medir y por la descripción de Herodoto (111, 149), quien lo equipara al cúbito griego, dividido de un modo semejante.
Junto al cúbito pequeño se empleaba en Egipto desde tiempo inmemorial (antes de que Imhotep hiciese el recinto de Sakkara) un cúbito regio o real, 1/6 mayor que el primero. Equivalía a la longitud del antebrazo y de la mano extendida, desde el arranque de aquel (donde antes dijimos) hasta la punta del dedo corazón. El cúbito real, que también se encuentra en varas de medir, se aplicaba sólo a edificios construidos en nombre del rey, como las pirámides y los templos. Pero desde el siglo VII a. C. y por tanto en toda la Epoca Saítica, reemplaza al pequeño en la figura humana. A ésta se le dan ahora cuatro cúbitos reales de altura desde la planta del pie hasta el párpado superior, o sea 21 puños o cuadrados. Éste será el canon nuevo; el otro, el canon antiguo. El canon nuevo viene a coincidir con el canon griego del siglo V, expresado en pies como era costumbre mas extendida entre los griegos.
       Es importante observar que tanto los egipcios como los griegos aplican medidas humanas a las obras humanas, mientras que nosotros nos expresamos en metros, una medida que no lo es. Son muchos los arquitectos modernos entre ellos Le Corbusier, que preconizan el retorno a las proporciones fundadas en el hombre.
       Una vez que el hombre fue sublimado como canon de medidas universales y módulo de proporciones arquitectónicas, se convirtió en centro del cosmos. Por apego a sus instituciones tradicionales, el egipcio no renuncio del todo-ni renunciaría nunca-a sus dioses teriomorfos, pero empezó a humanizarlos hasta llegar a las hermosas tríadas de Mykerinos, en donde las diosas son mujeres de cuerpo entero a quienes el Faraón hace partícipes de su propia divinidad.
     Sólo en la nitidez con que el triángulo sexual se transparenta en sus vestidos arde un rescoldo de mentalidad prehistórica. Para comprender mejor a estas diosas, es conveniente desentenderse un momento de sus tocados y de sus emblemas, que las atan estrechamente a la época y al país que las crearon, para fijarse solo en sus cuerpos, encarnaciones de una belleza intemporal y universal. La impresión que se recibe al contemplarlas despacio permite comprender hasta que punto fue lógico y consecuente que cuerpos humanos de formas tan perfectas llegasen a ser considerados como recipientes dignos de contener lo divino.

ENLACE:http://eprints.ucm.es/13413/1/C%C3%81NONES_ANTROPOM%C3%89TRICOS_APLICADOS_AL_DIBUJO_DE_FIGURA.pdf

domingo, 1 de diciembre de 2013

NARRATIVA DE LA 1ª MITAD DEL SIGLO XX - 2

Ramiro de Maeztu

Durante la 1ª parte del siglo xx en España se produce un desarrollo cultural extraordinario, en todos los géneros literarios: Modernismo, Noventayochismo, Vanguardias, Grupo del 27, Novecentismo...

El siglo XIX termina con el desastre del 98. En 1898, España debe abandonar los últimos restos de su antiguo imperio colonial: Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Se produce entonces un sentimiento de derrota y decadencia.

En 1902 comienza el reinado de Alfonso XIII y conservadores y liberales se turnan pacíficamente en el gobierno. El general Primo de Rivera asume el poder desde 1923 hasta 1930. La monarquía debilitada propicia que los republicanos apoyados por socialistas y grupos catalanistas de izquierda ganen unas elecciones municipales, hasta que en 1931 el rey deja el trono y se proclama la II República.

Antonio Machado
Por una parte, el comunismo ha adquirido una fuerza notable y por otra se ha fundado un movimiento inspirado en el fascismo, la falange.

En 1936 comienza la guerra civil, que dejará una huella muy profunda en la literatura de posguerra.


Aparece un grupo de jóvenes escritores imbuidos de ansias renovadoras. Azorín dice: “ Un espíritu de protesta, de rebeldía, animaba a la juventud de 1898”. Y cita a escritores como Ramiro de Maeztu, Pío Baroja, Miguel de Unamuno, Jacinto Benavente, Rubén Darío, Ramón Maria del valle-Inclán, ( no menciona a los hermanos Machado.) Todos estos jóvenes son llamados despectivamente “ modernistas”, es decir, anticonformistas. Vivieron intensamente los acontecimientos históricos y los problemas de España y fueron especialmente sensibles al “ desastre del 98”.

Unamuno
2/ GENERACIÓN DEL 98

2.1/ ASPECTOS GENERALES.

Entre los escritores más destacados del 98 hubo algunos mas interesados sobre la reflexión sobre España que por los aspectos puramente formales. Son los miembros de la Generación del 98.

Estos autores critican la situación de la España de su tiempo. Para tal fin utilizaran muy frecuentemente el género ensayístico, aunque también la novela, el teatro y la poesía.

A los jóvenes del 98 les animaba un espíritu de libertad y de reforma, un inconformismo ante la realidad que los rodeaba, que contribuye a que busquen en lo popular y en lo cotidiano la esencia de España (intrahistoria) Los noventayochistas se comprometen con esa realidad, que será el tema fundamental de su obra, e intentan cambiarla.

Debemos tener en cuenta a Miguel de Unamuno, tanto en poesía como en novela y ensayo, a Ramón María del Valle Inclán, en poesía y como dramaturgo y novelista, a Pío Baroja en la novela y a Azorín en novela y ensayo. Al hablar de la lírica del 98, Antonio Machado es el poeta que sobresale.

Jacinto Benavente
El subjetivismo será la nota dominante en cuatro novelas: “ Camino de perfección” de Baroja, “ Amor y pedagogía” de Unamuno, “ La voluntad” de Azorín, y “ Sonata de Otoño” de Valle Inclán. Es una nueva forma de concebir la novela que rompe con la narrativa realista del siglo anterior.

La preocupación que por España sienten estos autores está en el fondo de toda su producción literaria, de ahí su enorme interés por el paisaje y los pueblos de España, por una parte, y por la otra, su constante buceo en la historia de España para descubrir sus valores esenciales y permanentes. En castilla, sus paisajes, sus pueblos, su historia externa y la historia callada y sencilla de sus gentes, ven los noventayochistas la esencia de España. Ellos mismos y su estilo se identifican con el paisaje castellano, austero y recio.

VÍDEO:

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jueves, 28 de noviembre de 2013

NARRATIVA ESPAÑOLA E HISPANOAMERICANA DE LA 2ª MITAD DEL SIGLO XX

Carmen Laforet
Entre 1939 y 1950, dadas las dramáticas circunstancias, no podían servir de modelo mas que las novelas de Baroja, y más en concreto “ La busca”, ejemplo para muchos de los narradores de lo que se ha llamado generación del 40.

Dos fechas podrían señalarse como significativas: 1942 con “ La familia de Pascual Duarte” de Camilo José Cela, visión agria de realidades míseras y brutales calificada como tremendismo y 1945 con “ Nada” de Carmen Laforet, con el que obtuvo el premio Nadal, donde nos presenta a una muchacha que vive con unos familiares en un ambiente sórdido de mezquindad, de histeria, de ilusiones fracasadas, de vacío. Podría añadirse, 1947 con “ La sombra del ciprés es alargada” de Miguel Delibes.


La renovación de la narrativa hispanoamericana, aunque tardará en llegar, se produce con una
Miguel Delibes
enorme fuerza creadora y un gran esplendor que la llevará a situarse en la cumbre de la narrativa
mundial. La gran expansión geográfica de Hispanoamérica influye en la diversidad de corrientes
narrativas, algunas de ellas exclusivas de un país o de una región. Suele, no obstante, distinguirse tres
grandes etapas:
- dominio de la novela realista hasta 1940-45
- comienzos de la renovación narrativa, entre 1945- 1960
- desarrollo y auge de la nueva narrativa, el boom de la novela, a partir de 1960
 A PARTIR DE 1945, la novela realista parece exhausta. Entre 1945 y 1960 se observan en la
narrativa hispanoamericana unas características diferentes. Estas características se deben a una nueva
Juan Carlos Onetti 
concepción del mundo y de la vida consecuencia de los cambios sociales, políticos y económicos que se
estaban produciendo en los diversos países de Hispanoamérica. A estas novedades se añaden las
influencias de la narrativa europea y norteamericana del momento, tardíamente asimiladas.
En cuanto al contenido, conviven varias tendencias en las novelas y cuentos de los autores
hispanoamericanos. Por un lado, destacan la narrativa metafísica de Jorge Luis Borges. Por otro lado, se
desarrolla una excelente narrativa de corte existencial, con autores como Juan Carlos Onetti o Ernesto
Sábato. Además, algunas de las tendencias de la narrativa de las décadas precedentes continúan y
Ernesto Sábato
evolucionan hasta producir obras magníficas: así, la novela de la Revolución mexicana culmina en la
figura de Juan Rulfo. La novela indigenista y los relatos que buscaban una escondida identidad

extraordinaria elementos tan dispares como lo fantástico, lo mítico, lo legendario o la inmensidad de la americana común encuentran su formulación en una corriente novelística que funde de forma
Naturaleza americana con los conflictos sociales reales y los concretos avatares históricos de la América
Latina contemporánea: esta novela en la que se combinan realidad y fantasía ha recibido las
denominaciones de realismo mágico y lo real maravilloso, cuenta como principales representantes a
Miguel Ángel Asturias o Alejo Carpentier, y ha sido decisiva para la segunda renovación narrativa de la
novela hispanoamericana, que se producirá durante los años sesenta.

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NARRATIVA ESPAÑOLA 1º MITAD DEL SIGLO XX- 1

Ramón María del Valle-Inclán
 Pío Baroja
Esta renovación, no alcanza muy particularmente al relato novelístico, al que impulsa a ensayar nuevas fórmulas. Así, propicia no sólo el desarrollo de una novela de corte psicológico, sino de una novela lírica en la que predomina la expresión de la subjetividad. Relacionada con esta actitud hay que considerar el escaso interés que los escritores de este periodo muestran hacia el relato tradicional de acontecimientos según un orden cronológico; y ello a pesar del enorme éxito de otro conjunto de narradores que se ciñen a los modos clásicos del relato para ponerlos ya al servicio del entretenimiento o la mera diversión, ya al del impulso reformista y social (Blasco Ibáñez, Felipe Trigo, v.gr.).


El siglo XX se inicia en España con un amplio movimiento de renovación cultural y artística que tiene dos momentos significativos: la Generación de 1898 (Miguel de Unamuno, Azorín, Ramón María del Valle-Inclán, Pío Baroja) y la llamada Generación de 1914.
Miguel de Unamuno

 Azorín

La ruptura del relato tradicional se logra mediante una gran variedad de procedimientos estructurales y estilísticos más o menos innovadores:
multiplicación de puntos de vista,
digresiones intelectualistas,
preciosismo lingüístico que viene a revelar al narrador en detrimento del mundo narrado, simbolismo.

Esta línea renovadora la prolongarán los escritores del 14, muy especialmente Ramón Pérez de Ayala, Gabriel Miró y Ramón Gómez de la Serna- sin desistir aún en su afán de encontrar un punto de equilibrio entre el realismo y el experimentalismo aislador.




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