jueves, 28 de noviembre de 2013

NARRATIVA ESPAÑOLA E HISPANOAMERICANA DE LA 2ª MITAD DEL SIGLO XX

Carmen Laforet
Entre 1939 y 1950, dadas las dramáticas circunstancias, no podían servir de modelo mas que las novelas de Baroja, y más en concreto “ La busca”, ejemplo para muchos de los narradores de lo que se ha llamado generación del 40.

Dos fechas podrían señalarse como significativas: 1942 con “ La familia de Pascual Duarte” de Camilo José Cela, visión agria de realidades míseras y brutales calificada como tremendismo y 1945 con “ Nada” de Carmen Laforet, con el que obtuvo el premio Nadal, donde nos presenta a una muchacha que vive con unos familiares en un ambiente sórdido de mezquindad, de histeria, de ilusiones fracasadas, de vacío. Podría añadirse, 1947 con “ La sombra del ciprés es alargada” de Miguel Delibes.


La renovación de la narrativa hispanoamericana, aunque tardará en llegar, se produce con una
Miguel Delibes
enorme fuerza creadora y un gran esplendor que la llevará a situarse en la cumbre de la narrativa
mundial. La gran expansión geográfica de Hispanoamérica influye en la diversidad de corrientes
narrativas, algunas de ellas exclusivas de un país o de una región. Suele, no obstante, distinguirse tres
grandes etapas:
- dominio de la novela realista hasta 1940-45
- comienzos de la renovación narrativa, entre 1945- 1960
- desarrollo y auge de la nueva narrativa, el boom de la novela, a partir de 1960
 A PARTIR DE 1945, la novela realista parece exhausta. Entre 1945 y 1960 se observan en la
narrativa hispanoamericana unas características diferentes. Estas características se deben a una nueva
Juan Carlos Onetti 
concepción del mundo y de la vida consecuencia de los cambios sociales, políticos y económicos que se
estaban produciendo en los diversos países de Hispanoamérica. A estas novedades se añaden las
influencias de la narrativa europea y norteamericana del momento, tardíamente asimiladas.
En cuanto al contenido, conviven varias tendencias en las novelas y cuentos de los autores
hispanoamericanos. Por un lado, destacan la narrativa metafísica de Jorge Luis Borges. Por otro lado, se
desarrolla una excelente narrativa de corte existencial, con autores como Juan Carlos Onetti o Ernesto
Sábato. Además, algunas de las tendencias de la narrativa de las décadas precedentes continúan y
Ernesto Sábato
evolucionan hasta producir obras magníficas: así, la novela de la Revolución mexicana culmina en la
figura de Juan Rulfo. La novela indigenista y los relatos que buscaban una escondida identidad

extraordinaria elementos tan dispares como lo fantástico, lo mítico, lo legendario o la inmensidad de la americana común encuentran su formulación en una corriente novelística que funde de forma
Naturaleza americana con los conflictos sociales reales y los concretos avatares históricos de la América
Latina contemporánea: esta novela en la que se combinan realidad y fantasía ha recibido las
denominaciones de realismo mágico y lo real maravilloso, cuenta como principales representantes a
Miguel Ángel Asturias o Alejo Carpentier, y ha sido decisiva para la segunda renovación narrativa de la
novela hispanoamericana, que se producirá durante los años sesenta.

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